No es la zalamería ni la adulación la mejor manera de contribuir a la gestión del gobernante: es la sana y constructiva crítica de parte de sus adeptos y amigos.
Señor Presidente,
Antes que nada permítame felicitarlo a Usted y a la señora Francia Márquez por el trascendental logro obtenido: llegar a los más altos cargos de la República por mandato de las mayorías nacionales; es un triunfo personal y colectivo sin precedentes y de grandes consecuencias para el futuro de nuestro país. Entendido que es un honor tan alta dignidad, con sinceridad le digo, señor Presidente, me parece más alta aún la responsabilidad que Usted asumió para llevar a cabo los anhelos de nuestra nación, hartada de décadas de desgreño, indiferencia e incumplimiento de sus predecesores, algunos habiendo tomado el cargo como si de hacienda propia se tratase y no de un Estado conformado por cincuenta millones de personas que delegan en sus autoridades la conducción y gestión de un cúmulo importante de asuntos públicos y, sobre todo, una larga lista de necesidades insatisfechas desde hace muchos años y que, yo, ciudadano de a pie, tal vez interpretando los deseos de las mayorías de nuestro país, quisiera comenzaran a solventarse en su cuatrienio gubernamental.
Dando por sentado que entre los asuntos, problemas y necesidades del orden nacional para abordar y resolver habrá una escala de prioridades en su programa de gobierno, hay algunos inaplazables y fundamentales porque sin una pronta intervención gubernamental en ellos el cambio que Usted y los que votamos por su propuesta no sería posible. Espero se encuentren incluidos entre ellos: La implementación del Acuerdo de Paz, comenzando con la Reforma Rural Integral para así dar cumplimiento al Punto 1 del Acuerdo de Paz de La Habana o el Teatro Colón. Reforma a la Justicia, porque sus antecesores fueron incapaces de llevar a término una que tanto reclama la nación colombiana; incapacidad porque pretendieron que primaran los intereses mezquinos de las élites ante el sagrado derecho que tiene toda sociedad a la pronta y cumplida justicia. Reforma tributaria: Consciente de que los fines del Estado no serán posibles sin recursos adecuados y suficientes, que gran parte de ellos provienen de la tributación de los ciudadanos y extranjeros que tienen renta y utilidades en el país, que año tras año los últimos gobernantes han fracasado en este propósito, porque se preocuparon más en recaudar para tapar huecos fiscales que para prestar un servicio público equitativo para todas las clases sociales de la nación. Reforma política porque la democracia colombiana seguirá coja mientras no haya un verdadero mecanismo que haga posible y garantice el ejercicio de la política en todas sus manifestaciones y el juego democrático gobierno y oposición; para hacer de los partidos políticos organizaciones que de verdad representen los intereses ideológicos y políticos de sus seguidores y dejen de ser lo que hoy son: grupos de personas bajo la dirección de unos pocos líderes políticos que actúan saltándose sus propios estatutos y reglamentos y a espaldas de sus militantes de base y, peor aún, con desconocimiento de lo que es la función pública. Reforma que debe cobijar el sistema electoral, incluido el Consejo Nacional Electoral para que sea un verdadero tribunal, con magistrados probos e independientes que representen los intereses más altos de la nación y el Estado y no como en la actualidad que cada consejero representa y defiende los intereses políticos e ideológicos del respectivo partido al que pertenece. Reforma al régimen pensional: Bien sabido es que en la actualidad la población pensionada en nuestro país es muy baja (4.3%) y las expectativas de mejorar la cobertura con el actual régimen son nulas o casi; por tanto es un imperativo la reforma en este campo que sea justa y equitativa, que de verdad haga realidad el predicado constitucional de “El Estado garantiza el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales.” (Art.53 C.P.). Y será democrática si cuenta con la participación decisiva de los productores de riqueza, los trabajadores -activos y pensionados-, y sus organizaciones representativas; y los dueños del capital, los empresarios y sus respectivas agremiaciones. La incentivación de la economía colombiana: Las miserias socioeconómicas acumuladas durante tantos años de desatención gubernamental, agravadas por la crisis de la pandemia, han llevado al hambre a millones de ciudadanos, como Usted mismo lo ha venido diciendo desde tiempo atrás. Estas y otras reformas no dan espera, por tanto deben ser objeto de acción inmediata.
Señor Presidente,
Si los anteriores temas pueden considerare la médula del Estado, existen otros asuntos de la República que hoy por hoy, por razones similares, desdibujan el Estado social de derecho que preconiza nuestra Carta Magna. Por ello apremia también meterle mano a:
El empleo, cumpliendo a cabalidad con nuestro Código del Trabajo y las convenciones de la O.I.T. suscritas por el Estado colombiano, en especial las relacionadas con el contrato de trabajo. Es necesario abolir lo más pronto posible los contratos por prestación de servicios que hoy sustituyen de manera maliciosa el contrato de trabajo, negándole derechos consagrados en la Constitución Política y las leyes a los trabajadores vinculados mediante este tipo de contratos civiles, no laborales. Asimismo, se debe estimular de manera cierta a los pequeños y medianos empresarios -los mayores empleadores del país-, facilitar la preparación y calificación de los trabajadores de la base salarial y otras medidas tendientes a mejorar la producción y productividad, intervenciones gubernamentales que no requieren reformas constitucionales, solo legales y/o administrativas.
Reforma a la carrera administrativa, al igual que el punto anterior, eliminando los contratos por prestación de servicio o nómina paralela en el Estado en todos sus niveles –nacional, departamental y local-, debiendo ser el concurso de mérito la regla general para el ingreso de la mayoría de los servidores públicos a la carrera administrativa y la función pública, de donde sólo se pueda ser excluido por causas previstas en la ley y no por las conveniencias políticas de los gobernantes de turno como ocurre en la actualidad.
Reforma a la carrera diplomática y consular, la representación de nuestro Estado en el exterior no puede seguir siendo escampadero o premio de consolación de políticos derrotados en contienda electoral, o una forma más de pagar favores políticos, en especial de carácter electoral. Largo sería la exposición de ejemplos de cómo el mal proceder de muchos funcionarios en el exterior se debe a su falta de preparación en los asuntos diplomáticos y consulares. En este aspecto no se requiere siquiera de una reforma, basta aplicar con rigor las normas existentes para cambiar la vergonzosa política exterior colombiana.
Señor Presidente,
Como ya es de público conocimiento, Usted ya anunció algunas reformas estatales, como en la Policía Nacional y por ende del ministerio de Defensa y otros ministerios, no es menester considerarlas de mi parte; sin embargo, sí sería útil considerar modificar o reforzar algunas instituciones que hoy no cumplen con las funciones a ellas consagradas por la Constitución y la ley: Intervención en las Corporaciones Autónomas Regionales, CAR. Estos entes regionales son la base del Estado en la vigilancia y protección de los ecosistemas, el medio ambiente y la naturaleza en general, así como gestoras del uso racional de los recursos naturales, en particular el agua. Sin embargo, las CAR están convertidas hoy en fortín burocrático de políticos departamentales y sus consejos directivos lo conforman alcaldes municipales, muchos sin el conocimiento y, menos, la vocación de defensor del medio ambiente. Los resultados saltan a la vista por todo el territorio nacional: deforestación, minería ilegal, extracción irracional de material de arrastre de los lechos de ríos y quebradas y licencias ambientales y concesiones de dudosa legalidad. El presidente Santos habló en su primer mandato de meterle mano a estas entidades territoriales pero tal parece pudo más la presión de los interesados para que no cambien y al final nada cambió.
Reforma de la Contraloría General de la República: Si hay en Colombia una entidad que sirva para pagar favores políticos y cobrar cuentas de cobro a los adversarios políticos, la Contraloría General de la República, junto con la Procuraduría General de la Nación, es la predilecta. Usted mismo, señor Presidente, sabe lo que es estar bajo la férula implacable de este organismo de control fiscal utilizado como arma política. La Contraloría, pese a los retoques que se le han hecho, no cumple a cabalidad su mandato constitucional y legal de custodiar los bienes y recursos del Estado. Además, también se ha visto, sus decisiones finales casi siempre no se cumplen por diferentes razones. Las Contralorías departamentales son iguales. Por ello, sería importante considerar reemplazarla por un Tribunal de Cuentas con capacidad jurisdiccional para vigilar, investigar y sancionar los desvíos de los recursos del Estado –los llamados hallazgos fiscales-. Si se pretende eliminar o reformar la Procuraduría General de la Nación, sería la oportunidad para modificar tanto el control fiscal y funcional del Estado y ponerlos a cargo de una judicatura independiente de los vaivenes político partidistas.
Señor Presidente,
No pretende este ciudadano que en su cuatrienio se logre reformar o enderezar todos los entuertos causados durante años de políticas inequitativas y excluyentes, que han favorecido las élites de este país y unos cuantos áulicos que viniendo de abajo treparon en las esferas del Estado convertidos en los peores enemigos del pueblo raso; no, se trata, y eso entiendo, de dejar apuntalados las bases sobre las cuales se ha de edificar la nueva Colombia para todos los residentes en su territorio. Si esas bases logran instalarse de tal manera que apuntale el nuevo edificio que ha de alojar nuestra sociedad, seguro estoy, su sucesor será el continuador de su obra porque saldrá de las mismas bases sociales que a Usted lo auparon en el poder: el pueblo, los nadies, como tan atinadamente los describe su compañera de equipo presidencial, doña Francia Márquez. Para ello es menester rodearse de equipos capaces, honestos y con vocación de servicio público. Hoy evoco la respuesta que Franklin Delano Roosevelt dio cuando fue preguntado sobre cuál el secreto para su éxito político y gobernante reelegido dos veces a la presidencia de los Estado Unidos: “Siempre me rodeo de los mejores”.
Señor Presidente,
Tanto Usted como millones de conciudadanos sabemos que la transformación económica, política y social de nuestro país es de una envergadura a veces inimaginable porque los problemas asoman por todas las grietas que dejan los descosidos de los malos gobiernos que hemos tenido, que se requieren políticas duras y quizás austeras pero siempre con rostro humano; que sin el concurso de todos los que le apostamos al cambio, a la paz, a la reconciliación y a la vida no es posible el cambio que Usted y el Pacto Histórico prometieron en la campaña electoral que le llevó al solio de Bolívar. Tampoco desconocemos las trabas y palos en la rueda que le atravesarán en el camino los desalojados del poder para tratar de reconquistarlo, que toda arma arrojadiza será válida para ese empeño, máxime si ven que sus privilegios se irán eliminando para redistribuir los recursos, bienes y servicios del Estado entre todos los colombianos. Pero, sepa Usted, que su gobierno no estará solo, que los millones de ciudadanos que lo eligieron estarán presentes para impedir que el cambio iniciado por Usted sea revertido.
Seguro estoy que su gobierno no nos fallará, que avizoramos de verdad con esperanza un futuro halagüeño para los que hoy nada tienen, o tienen muy poco. A ninguna pretensión personal aspiro de su gobierno, me bastará constatar que su política volcada hacia el campo para mejorar las condiciones de vida de los que producen nuestra comida, a los pequeños y medianos empresarios agropecuarios, los olvidados de siempre, se pone en marcha con las primeras medidas de su administración. Mas ello no es óbice para manifestarle, señor Presidente, que también estoy dispuesto a disentir y señalar si llegase a producir una desviación del programa que le aprobamos en las urnas porque considero que no es la zalamería ni la adulación la mejor manera de contribuir a la gestión del gobernante: es la sana y constructiva crítica de parte de sus adeptos y amigos.
Del señor Presidente, sin otra consideración,
Tolimeo
P.S. A propósito de las jugaditas que el actual mandatario está realizando en materia de nombramientos y mantenimiento de privilegios de sus áulicos, es bueno recordar que en derecho un decreto se revoca con otro decreto, que existe la institución del libre nombramiento y remoción de cargos de confianza y que, además de la ley, la conveniencia pública por necesidades del servicio público también es una herramienta válida para gobernar.
San Luis, Tolima, julio de 2022
Creo que todo queda dicho y aclarado. En conclusión, solo debemos esperar y acompañar paso a paso todo este proceso. Aunque no me quedaré con la espinita: siento que nuestro presidente del todo no se está rodeando de los mejores, aunque he de entender que no se puede ser radical y transformar todo de la noche a la mañana, sin embargo, no podemos creer que el desligue de la corrupción se va hacer paulatinamente y que aún necesitamos de algunos corruptos. Un ejemplo claro es el nombramiento del ministro de educación, ya que si va a hacer lo mismo que hizo cuando fue ministro de la salud en el período Santos, estamos en las mismas.
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